En promedio diario aquí ocurren 234 pleitos. La cifra es escandalosa, pues supera los casos de conflictos reportados en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla.
La tolerancia definitivamente no es el rasgo más característico de los bumangueses. Así lo reflejan las estadísticas de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, Mebuc, institución que confirmó que en lo que va corrido del año los agentes han tenido que intervenir en 60 mil 450 riñas, la mayoría de ellas suscitadas al interior de los hogares de los bumangueses.
Y si bien la cifra se queda pequeña si se tiene en cuenta que no todos los pleitos son reportados a la institución, el dato es alarmante dado que supera comparativamente lo observado en otras ciudades del país como Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín, en donde la intolerancia ciudadana, en promedio anual, no pasa de 50 mil riñas por ciudad.
De los casos reseñados por la institución, 68% se originaron por hechos como insultos, piropos indeseados, bromas de mal gusto e incluso por la actitud agresiva de los bumangueses. Y el 32% restante está relacionado por deudas sin pagar o ajustes de cuentas en los vecindarios.
El clima sicológico, la presión externa, las difíciles relaciones interpersonales e incluso el medio hostil en el que crecen las personas, además del confinamiento que trajo la pandemia, se han constituido en las principales causas por las cuales los bumangueses cada vez se tornan más intolerantes.
Para el Brigadier General, Luis Ernesto García Hernández, Comandante de la Mebuc, el tema es de sumo cuidado: “las cifras y las causas que generan la intolerancia, en su conjunto, indican que la conflictividad está aumentando, deteriorando la convivencia ciudadana del área metropolitana”.
Según Yani León Castañeda, directora del Programa Bucaramanga Cómo Vamos, “el no tener satisfechas las necesidades básicas es otro ‘caldo de cultivo’ que puede estar incidiendo en el comportamiento agresivo de las personas”.
“Por supuesto que también yo incluyo en este diagnóstico los problemas de pareja, las difíciles situaciones económicas de la gente, la presión externa de la sociedad y las condiciones estresantes que han llegado con la pandemia. Todos esos factores repercuten en las respuestas intolerantes que padecemos en Bucaramanga”.
“Es claro que se le debe bajar el volumen a la agresividad cuanto antes. Hay que trabajar con la prevención temprana en los adolescentes desde una oferta institucional en áreas de educación, cultura, deporte, salud y seguridad”, añadió.
Y agregó: “Se deben impulsar campañas educativas, pues con la pedagogía se pueden disminuir esos índices de agresividad”.