El hecho se presentó sobre las 2:00 de la tarde en la vía nacional, en la entrada a San Gil en el sector de Ragonessi. El vehículo se desplazaba en sentido Bucaramanga – Bogotá.Miller Muñoz Barrera fue espectador de primera fila del accidente sobre la vía nacional, en la entrada a San Gil, que dejó dos personas muertas y una herida.
En su taxi, este conductor persiguió y le pitó hasta el cansancio al furgón rojo de placas SQB 795, que desde la estación de servicio la Palo Blanca venía evidentemente descontrolado, con una carga de piña y un pequeño trasteo, que se movían de lado a lado.
“Estaban desesperados, la señora y el muchacho pedían que los ayudarán”, contó este hombre que siguió el recorrido hasta el trágico final, en donde el camión quedó prácticamente destruido después de chocar contra dos locales vacío y encontrarse con un muro de contención de una vivienda, en donde al momento del accidente habían nueve personas.
“Yo intentaba gritarle al conductor que estrellara el carro antes de que cogiera más impulso”, dijo Muñoz, señalando que la persecución la hizo a más de 80 kilómetros por hora.
Se salvaron
“No me querían dejar construir ese muro”, dijo Álvaro González, dueño de la vivienda que no se cayó de milagro y a la que le mandó hace algunos a construir una gruesa protección de cemento previendo precisamente que un día cualquiera, como sucedió ayer, un carro terminara contra su casa.
En la vivienda habían cinco adultos y cuatro niños. “Sonó durísimo”, contó un menor de 9 años, visiblemente asustado.
González vio morir a un familiar en un accidente de estos y ha sido espectador por lo menos de 10 incidentes como el de ayer.
El hecho se presentó sobre las 2:00 de la tarde en la vía nacional, en la entrada a San Gil en el sector de Ragonessi. El vehículo se desplazaba en sentido Bucaramanga – Bogotá.
El herido, Yesid Visbal Jurado de 18 años y que casi una hora después del accidente fue rescatado de entre los escombros por los equipos de emergencia – Defensa Civil, Bomberos Voluntarios y Policía Nacional – fue llevado hasta el Hospital Regional de San Gil en donde permanecía consciente y estable.
Visbal, precisamente, pedía con su acuerpo aprisionado entre la carrocería que lo sacaran. Los restos mortales de sus compañeros de viaje si quedaron entre lo poco que quedó del vehículo. Uno de ellos era Jerson Fabián Osorio de Lebrija y con 24 años de edad. La tercera acompañante, una mujer, no había sido identificada hasta el cierre de esta edición.
Compromisos incumplidos
La vía nacional en la entrada a San Gil ha sido escenario de múltiples accidentes. El último muy grave fue noticia nacional en enero de 2017 con cuatro personas muertas. Esto impulsó la construcción de la Variante de San Gil que hoy está en desarrollo.
Los otros dos compromisos adquiridos por las autoridades de tránsito nacionales, incluyendo al Invías, el Ministerio de Transporte y la Policía de Tránsito Nacional, se quedaron en promesas.
Uno de ellos era la construcción de una trampas de frenado y el otro un puesto de control de la Policía de Tránsito para evitar que los vehículos pesados tomaran la pendientes de la entrada a San Gil con los frenos calientes.
Ayer, en el lugar donde debía estar el retén no había ningún oficial. “Desde el peaje de Curití no hay nada control”, exclamo el taxista.
Las trampas de frenado fueron tema de conversación en una reunión que sostuvieron Fenalco Sur de Santander y la Cámara de Comercio de Bucaramanga, con Invías y el Ministerio de Transporte hace un mes.
“Se les solicitó la construcción de las trampas de frenado, porque cada día que pase es un riesgo”, dijo Edgar Lesmes Rodríguez, presidente de la junta directiva de Fenalco, capítulo sur de Santander.
El vocero indicó que el compromiso de la Gobernación de Santander fue en ese momento hacer los estudios para la construcción de estas estructuras. “Le estamos pidiendo que estos sean los trabajos urgentes dentro del proyecto que tiene programado de intervención de la vía nacional”, afirmó el directivo.
Hay que resaltar que la construcción de la Variante de San Gil apenas inicia y no terminará antes de tres años, en ese tiempo habrá que ver si hay más accidentes o si la Policía de Tránsito decide mantener el puesto de control y las autoridades nacionales construir las trampas de frenado.